lunes, 20 de julio de 2009

Fito en Rosario

Fito Paéz en Rosario: cuando la vida es un lecho de cristal El recital fue una verdadera fiesta, en la que el músico fortaleció el lazo con su ciudad y su público. Un repaso por los mejores temas de una carrera prolífica en la que si hubo algo que no faltó fueron clímax. Quizás fue “Polaroid de locura ordinaria”, cantada a degüello por las miles de personas que coparon el salón Metropolitano. Tal vez el segmento en el que sólo al piano se despachó con temas como “El amor después del amor”, “Thelma y Louise” y “Tumbas de la gloria”.
O cuando se paró, enfrentó al público y dirigió el coro gigante en ese verdadero himno: “Y dale, alegría, alegría a mi corazón”. O el silencio reverencial con el que se escuchó “Del 63”. O “La vida es una moneda”, en la que él, que es herededero de Charly, Spinetta y Nebbia, cantó con sus propios “hijos”, Coqui, Bandera, Gonzalo Aloras.
Sí, el recital de Fito Páez en Rosario tuvo todos los clímax. Fue uno tras otro, sin descanso. Del ritmo furioso de “Taquicardia”, a la armoniosa suavidad de una versión inolvidable de “Normal 1”, en un espléndido juego de voces con Bandera y Aloras.
De los diez dedos largos y flacos que endulzaban los oídos desde el piano, hasta la verdadera aplanadora del rock en que se convirtió la banda que lo acompañó, The killer burritos, con el capitán Coqui como fiel ladero a la derecha de Fito, en "Ciudad de pobres corazones".
Fue una fiesta de los sentidos la que se vivió en la noche fría frente al Scalabrini Ortiz. Que hizo más fuerte la conexión que Fito tiene con Rosario y su público. Por momentos hasta pareció un recital 2.0, con la gente cantando los temas de punta a punta y el artista simplemente moviendola batuta.
Fito deleitó con cerca de 30 de las mejores canciones de su carrera, con su calidad de pianista, con su pasión y profesionalismo de artista. Y por algo más de dos horas la vida fue un lecho de cristal para los dos: él y su público.




Algun dia estaran las fotos!

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